Mal de altura









Referencias sobre Colectivo Situaciones

Colectivo Situaciones es un grupo de investigación militante integrado por Edgardo Rubén Fontana, Sebastián Guido Scolnik y Mario Antonio Santucho, que desarrolla de manera autónoma co-investigaciones con diversas experiencias sociales, desde el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano al Grupo de Arte Callejero, pasando por la Mesa de Escrache Popular, la Comunidad Educativa Creciendo Juntos, la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos y el Colectivo de Contra información Lavaca.

Rutas de la potencia fue un proyecto de investigación militante que llevó a cabo el grupo, coproducido por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), incluyó una serie de recorridos por América Latina durante el año 2005. Mal de altura/Testimonios (libro) y Mal de altura/Recuerdos (audiovisual) compilan reflexiones y testimonios de sus viajes por cuatro zonas diferentes de Bolivia.
A mediados de los años noventa los integrantes del Colectivo comenzaron una búsqueda de imágenes concretas del cambio social. El contexto de esta investigación era el de una Argentina que comenzaba a ser recorrida por una serie de movimientos y energías sociales que cobraron gran visibilidad pública con la insurrección popular de diciembre de 2001, cuando la movilización ciudadana expulsó al entonces presidente Fernando de la Rúa, revelando cómo las medidas neoliberales habían provocado un deterioro y una gran transformación social, a la vez que abrían una perspectiva nueva y radical de la crisis. El pronunciamiento popular se reflejó en una consigna: "¡qué se vayan todos, que no quede ni uno solo!".
Sin embargo, buena parte de la creatividad social -que durante los años 2001 y 2002 permitió experimentos de autonomía política y construcción múltiple hasta entonces desconocidos- comenzó a declinar en el año 2003, coincidiendo con la llegada al poder de Néstor Kirchner.
La constatación de un proceso de despolitización, la preocupación por encontrar las claves capaces de sostener los desafíos políticos de entonces, incitó a los miembros de este grupo a realizar una investigación que les permitiera conocer otros lugares de América Latina donde se habían producido batallas contra el neoliberalismo. Así, comenzaron a planear los viajes.

En un primer momento, pensaron recorrer cinco zonas distintas (incluyendo Uruguay, el norte de Argentina y algunos territorios mapuches del sur chileno), pero finalmente decidieron concentrarse en dos itinerarios principales: Bolivia con sus permanentes luchas en torno a la gestión común de los recursos; y México (cuna del zapatismo).
Esos dos viajes permitieron conocer y aprender sobre las prácticas sociales y políticas que se estaban produciendo en ambos países, y además, constituyeron estímulos para re-pensar sus propios modos de hacer, de investigar y analizar las realidades en las que vivimos. De ese modo corroboraron hasta qué punto el verdadero viaje sólo comienza una vez que retornaron a la Argentina, cuando los saberes, las experiencias registradas y las historias escuchadas comenzaron a trabajar en sus desafíos.

En Bolivia, realizaron un recorrido por cuatro zonas sacudidas por distintas dinámicas sociales de radicalidad: la selva de Chapare, donde se asienta el movimiento cocalero (del que proviene Evo Morales) la ciudad de Cochabamba, escenario en el año 2000 de una insurrección popular contra la gestión privada del agua (levantamiento que desempeñó un papel similar al que tuvieron en Argentina las movilizaciones de los piqueteros); las ciudades de La Paz (donde conocieron al colectivo feminista Mujeres Creando, con quienes produjeron el libro La virgen de los deseos a partir de conversaciones desarrolladas en ese momento) y sobre todo El Alto (epicentro de la llamada "guerra del gas" en 2003 y sede de movimientos sociales como la Federación de Juntas Vecinales, que han promovido la discusión sobre los recursos y convocaron a una Asamblea Constituyente para rediscutir las estructuras del Estado). Asimismo, se dirigieron a las comunidades aymaras del Altiplano (con una tradición de organización comunitaria) donde se han puesto en marcha procesos de movilización que recuperan el pensamiento y la cultura indígena, y funcionan radicalizando y proveyendo elementos de imaginación política que atraviesan los distintos movimientos de ese país.

Fueron testigos de la posibilidad de una politización de la vida cotidiana, algo que ocurrió en Argentina tras los sucesos de diciembre de 2001 cuando, parcialmente, se desplegó la creatividad social (la capacidad de creación y pensamiento colectivo) algo que a partir de 2003 se fue diluyendo, ya que dicha capacidad resulta difícil de mantener. Sin embargo esos acontecimientos fueron de gran importancia para la investigación que se desarrolló, debido a que revelaron y proporcionaron diversos problemas a la reflexión e imaginación política.

Así, realizaron un fotomontaje en el que se encuentran diversos audios: fragmentos de entrevistas, grabaciones de calle y composiciones musicales. Trás el objetivo de obtener experiencias que permitieran comprender un poco mejor sus propias realidades y prácticas, con el fín de registrar y luego aplicar útilmente dicho registro. En esa doble publicación aparecen declaraciones de numerosas personas entrevistadas que han sido agrupadas en diversos bloques de ideas, junto a textos elaborados por los integrantes del Colectivo Situaciones, acompañado de imágenes fotográficas tomadas durante sus recorridos.



Notas :


La ambigüedad existió en todo momento, durante y después del viaje que realizó Colectivo Situaciones a Bolivia, de ese rasgo constante proviene el título Mal de altura.

Dicha ambigüedad es el modo en como se presenta un mundo de fuerzas y energías inestables, fuerzas que son definidas por su orientación, que varían según las circunstancias. En Bolivia se halla un vaivén continuo entre disolución y dispersión por un lado, cohesión y organicidad por el otro.

“Llegando a Bolivia se descubre una extraña inversión de lo alto y lo bajo. En esta alterada distribución, las cosas se dan como violenta indiferencia y explosiones de una agresividad sorprendente. Arriba lo indio, abajo lo mestizo. La indiferencia sube, la agresividad baja. La altura es maldición anticolonial, cuartel natural y suelo de cocción de elementos civilizatorios, sea a fuego lento, sea como grito crudo”.

En ese estado se encuentra todo, tanto las relaciones como los intercambios y los conflictos. Por lo tanto, el mal de altura es la otra experiencia con la que se topa quien recién llega “la altura es una forma del territorio, una tirantez climática y unas condiciones estratégicas vitales para quienes despliegan en ella su cotidianidad, su resistencia, su ritual y su fiesta”.


“Lo inesperado fuerza al pensamiento y a la imaginación a captar algo de lo que acontece. La experiencia de la fractura y del magma que percibimos en Bolivia exige un impulso de esa naturaleza. Sobre esa superficie de cuerpos y lenguas que cuentan historias que desafían la comprensión lineal".




"A la vez que éramos invitados a adentrarnos a esa geografía social
inusual, adevertimos un sorpresivo diferencial de velocidades: el
tiempo desplegado en cada una de las historias que nos recibieron
y en las que nos comprometimos, sigue abierto, atravesado por una coyuntura tan rica como trabada e imprevisible".




En Bolivia se visualiza la complejidad del esfuerzo de constitución de una voz que primero grita para luego dar lugar a las palabras que comienzan a surgir, la de muchos, voces que se suman y multiplican. Un esfuerzo social y político de construir la propia palabra como digna, que debe ser reconocida y aceptada. Así, las luchas convocan nuevas expresiones.

En Mal de altura se muestra como en los conflictos -o las denominadas guerras por el gas y el agua en El Alto, contra el impuestazo en el Altiplano, por la coca en El Chapare, o por el agua en Cochabamba- se ven los movimientos, los flujos poblacionales. Desde décadas anteriores se sometió a miles de personas al aislamiento, teniendo que llevar a cabo nuevas estrategias para obtener recursos, un nuevo territorio, nuevas configuraciones familiares. Sin embargo, se comenzaron a hilar nuevos vínculos y se logró reavivar algunos elementos que existían anteriormente, como los barrios de mineros en El Alto.


Tambíen se refleja cómo en el uso de los recursos naturales se juega la memoria y las costumbres, además de todo aquello que conforma la propia existencia y posibilita la expansión de los elementos civilizatorios. El agua para los regantes, la tierra como posibilidad de existencia campesina, la coca como hoja sagrada son símbolos de resistencia a una nueva colonización.

Algunos testimonios expresan que los movimientos sociales son los que poseen la capacidad de instalar una ética distinta mientras noten que eso es una tarea por hacer, construir y desarrollar, porque de no ser así se mantienen en crisis. Los movimientos sociales se ven empobrecidos al estar clasificados por grupos o géneros (de campesinos, obreros, gremiales, etc.) no logran contener y elaborar sus propias crisis, así reducen la lógica desde donde pueden actuar, participar o construirse como sujetos visibles.

Otros testimonios manifiestan que las organizaciones de mujeres campesinas van detrás de los hombres, deben ser sumisas, no poseer voz propia, no decidir, de lo contrario son muy criticadas.


La cultura indígena no es tomada en cuenta, es considerada inútil. A su vez existe una ambivalencia en torno a una “justicia comunal”, en El Alto, que lleva a quitar la vida a los ladrones y por otra parte las ideas de crear alternativas del pueblo en busca de revertir la desigualdad de la riqueza. Sus nuevas ciudades fueron construidas de manera autogestionada, así como la infraestructura de agua y gas, los poderes populares, los mercados y las asambleas generando una experiencia comunitaria viva y permanente.



Pensando en el ensayo...

En principio lo que me resulta interesante, y tal vez hasta sea algo demasiado insistente de mi parte, es la idea de conectar con prácticas que construyen para si mismas otra visibilidad, esa búsqueda del otro, y también de esa identificación con él. Me parece que es algo que desde un inicio estuvo presente en el viaje emprendido por Colectivo Situaciones.
A su vez, en el traslado que realizaron dejaron en claro que el verdadero viaje comenzó cuando regresaron y pudieron aplicar, a sus propias iniciativas, lo que tomaron de los hechos conflictivos en Bolivia, del modo de movilizarse y buscar soluciones ante las desigualdades, más allá de esa ambigüedad que, como indicaron, fue característica .
Como señalaron “el viaje comienza una vez retornados, en el momento de compartir lo aprendido, de prolongar los vínculos establecidos, de elaborar lo registrado”. Aquí aparece el regresar para contarlo al que se refiere Güichal. Además de que este -por supuesto- no ha sido un simple traslado, ha sido un verdadero viaje, en él han existido fuerzas que impulsaron movimiento, de un lugar a otro para luego transmitir. Se ha ligado intrínsecamente la escritura y las imágenes, ha existido esa tensión entre mapa y territorio, se ha encontrado ambigüedad. Partieron desde un contexto similar al de Bolivia, pero distinto a la vez, buscaron algo más y nunca se quedaron quietos.


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