El peregrino de lo absoluto




Referencias sobre el autor

Farid al-Din Attar fue un trascendental poeta místico. Nació en Nishapur -ciudad ubicada al noroeste de Irán- cerca del año 1220 fue decapitado por el ejército invasor mongol.
Este autor, además de haber sido practicante del sufismo (tradición filosófica de la mística islámica) fue una de las figuras más destacadas de la literatura persa, escribió más de un centenar de obras que se convirtieron en la inspiración de una gran cantidad de otros poetas místicos.
Alguno de sus trabajos son Asrar Nameh (El libro de los secretos), Tadkhirat al-Awliy (Biografías de los Santos) que contiene las biografías de reconocidos místicos musulmanes y el más conocido Mantic uttair (Conferencia de las Aves) un libro de poemas en el que se describe la senda sufí hacia la iluminación a través de una alegoría: la búsqueda que emprenden las aves del mundo con el fin de hallar a su rey. También en otra de sus obras, Musibatnäma (El libro de la prueba) se relata el viaje iniciático del alma en busca de la Unidad.



Sólo simples notas

El Peregrino perdido emprende la búsqueda mediante el viaje más arduo. Colmado de obstáculos difíciles, oscuros y tenebrosos, los suyos, los propios...


El Peregrino perdido, luego de permanecer en busca de Dios recibe su ayuda,él solo
no podría superar las dificultades que se le presentarán, necesita un guía.
Debe buscar al sabio que lo oriente porque -aunque él no pueda verlo- está.
Cuando el Peregrino lo encuentra se ilumina su camino.
El sabio no lo engaña, por el contrario, le advierte sobre las dificultades con las que se
topará, le indica que el trayecto es largo, pero le conviene seguir y jamás detenerse.
“A cada uno se le asigna una tarea, muchos han experimentado una angustia semejante”.
El sabio le advierte que si se detiene en la marcha ante algo insignificante quedará
postrado ahí, para siempre.
Le indica que las heridas no deben abatirlo, sino convertirse en llamamientos, él debe
persistir, esforzarse,
es el camino que debe seguir.
El Peregrino renuncia a la queja y a la gratitud y se interna en la Vía sin fín.


... se convierte en su propio guía, se encuentra así mismo, el verdadero camino es interior…




Este fragmento del poema de Farid al-Din Attar, al que tuve gran temor de arruinar con mis simples notas, es demasiado intenso, cómo no incluir algo de él en el ensayo, cómo no incluirlo en su totalidad. Si el Peregrino perdido, completamente solo y desorientado es el símbolo del estado en el que se encuentra muchas veces nuestra alma, o alguna que otra vez, o sólo una vez. Esa búsqueda interna, del sabio, del amor, el que señala el camino, el que abre la vía y brinda las fuerzas para continuar a pesar de los infortunios que se presentan.
Este es el viaje interior, una metáfora viva en sí misma. En él también existe una frontera, pienso que si se logra atravesarla es imposible volver al estado inicial en el que se encontraba el Peregrino porque algo muere y queda atrás.

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