Amigos, conocidos, risas y encuentros. Así comenzó la noche del sábado . Claudio O'Connor brindó su espectáculo en el A-Cero night pub de Adrogué y si bien los recitales metaleros no son de mis elecciones predilectas esta fue una oportunidad que no pude dejar pasar.
Los relojes indicaron las 22: 30 hs, algunos jóvenes ingresaron al pub muy temprano, debido a que las bandas soporte tocaron a partir de las 19: 00 hs. Desde afuera de A-Cero los temas que cantó Carca sobre el escenario se mezclaron con el bullicio de los que aguardabamos ingresar.
Durante una prolongada espera a la intemperie las charlas se encargaron de distraer al frío, hasta que por fín, y luego de un seguimiento intensivo vía mensajes de texto, llegó aquel buen amigo nuestro (el que cuando no se duerma se retrasa).
Con las entradas en mano nos ubicamos en las filas y avanzamos, rápidamente el lugar se colmó de gente, la mayoría jóvenes de veinte a treinta años de edad, todos esperando oír a Claudio. Se formaron pequeños grupos por todo el sitio; nosotros nos sentamos junto a las mesas del patio. Los temas de conversacion variaron durante toda la espera. Una charla en particular llamó mi atención, el tema apuntó hacia las expectativas del recital. Uno de los jóvenes planteó su disconformidad al respecto de lo que él denominó: "metamorfosis artística de O'Connor”. Dijo haber asistido a la mayoría de sus recitales, desde presentaciones con Hermética y Malón (sus antiguas bandas) hasta las actuales. Entre las diferencias que encontró destacó sus actuaciones exageradas sobre el escenario, algo que según él contradijo lo expresado por O'Connor en sus letras durante más de veinte años. Además lo comparó despectivamente con Ozzy Osbourne e imitó con gestos y ademanes a ambos, lo cual me causó bastante gracia. Mientras continuó con su parodia a mi mente llegó una canción (ayer deseo, hoy realidad) que oí frecuentemente en los años noventa, y me pregunté si O'Connor con su década “tour” muestraba en realidad quien quiso ser; su soñar hecho real, al cual apostó como cantó en ese tema, o si cayó por completo en las redes del mercado; aunque es ingenuo creer que alguien que pertenece a ésta sociedad capitalista logra evadirla, más allá de que alguna vez haya tratado de hacer lo contrario.
Por otro lado, en principio, no me pareció lógico que ese joven continuara asistiendo a recitales de O'Connor si lo desconformaban tanto y no compendía qué lo llevaba a estar ahí.
Más tarde, aproximadamente a las doce de la noche, las luces fueron apagadas y se encendieron las del escenario. Frente al mismo se ubicó la mayoría del público, entonando a coro el nombre del cantante. Entre aplausos y gritos la energía se intensificó, comenzaron a sonar algunos temas, los más aplaudidos fueron los clásicos de Hermética. Delante del escenario no faltó el pogo que logró sacudir a varios mientras que otros observamos la escena adrenalínica desde un sector más alejado y calmo.
Al faltar pocos minutos para la una de la madrugada las luces generales se encendieron nuevamente y Claudio O'Connor (voz) se despidió junto a Alejandro Cota ( guitarra) Hernán García (bajos y coros ) y Pablo Naydón (batería y coros). Uno de nuestros amigos preguntó repetidamente cuanto duró el recital y se mostró asombrado por lo veloz que sintió transcurrir ese tiempo, pero era momento de volver a casa, a las pocas horas y a pesar de ser domingo algunos debían trabajar. Nos dirigimos a la salida, algunos chicos se acercaron tímidamente y nos entregaron panfletos y copias de su demo promocionando a su banda.
Mientras esperamobamos a los que aún no habían salido algunos chicos que pasaron al lado nuestro alabando a O'Connor como a un Dios, aunque a mí me pareció demasiado exagerado, otros acordaron un lugar de encuentro para el próximo recital y los más jóvenes, algo exaltados, salieron cantando _o mejor dicho desentonando_ una canción de Hermética.
Nosotros regresamos como llegamos, entre bromas y risas. Por lo sucedido pienso que probablemente O'Connor y su rock metalero han variado mucho desde fines de los años ochenta hasta la actualidad, su voz ya no tiene los mismos tonos de antes y su imágen, puf, deja mucho que desar -O´Connor ahora se delinea oí por ahí, y... es verdad . Se puede considerar que el cambio de Claudio fue favorable o que tiró por la borda el esfuerzo de tantos años, de cualquier modo tal vez la razón por la que muchos continúan asistiendo a sus recitales sólo se debe a que él y su banda, se conviertieron en el punto de encuentro de gente a la que le agrada el mismo estilo de música, personas que buscan distraerse u olvidarse de una rutina y que se hallan cómodos junto a gente simple. En definitiva el único motivo es divertirse y quizás esto no varía demasiado con respecto a lo que buscan otros jóvenes a los que les agradan otros estilos musicales y que por lo tanto eligen otros ámbitos.
Los relojes indicaron las 22: 30 hs, algunos jóvenes ingresaron al pub muy temprano, debido a que las bandas soporte tocaron a partir de las 19: 00 hs. Desde afuera de A-Cero los temas que cantó Carca sobre el escenario se mezclaron con el bullicio de los que aguardabamos ingresar.
Durante una prolongada espera a la intemperie las charlas se encargaron de distraer al frío, hasta que por fín, y luego de un seguimiento intensivo vía mensajes de texto, llegó aquel buen amigo nuestro (el que cuando no se duerma se retrasa).
Con las entradas en mano nos ubicamos en las filas y avanzamos, rápidamente el lugar se colmó de gente, la mayoría jóvenes de veinte a treinta años de edad, todos esperando oír a Claudio. Se formaron pequeños grupos por todo el sitio; nosotros nos sentamos junto a las mesas del patio. Los temas de conversacion variaron durante toda la espera. Una charla en particular llamó mi atención, el tema apuntó hacia las expectativas del recital. Uno de los jóvenes planteó su disconformidad al respecto de lo que él denominó: "metamorfosis artística de O'Connor”. Dijo haber asistido a la mayoría de sus recitales, desde presentaciones con Hermética y Malón (sus antiguas bandas) hasta las actuales. Entre las diferencias que encontró destacó sus actuaciones exageradas sobre el escenario, algo que según él contradijo lo expresado por O'Connor en sus letras durante más de veinte años. Además lo comparó despectivamente con Ozzy Osbourne e imitó con gestos y ademanes a ambos, lo cual me causó bastante gracia. Mientras continuó con su parodia a mi mente llegó una canción (ayer deseo, hoy realidad) que oí frecuentemente en los años noventa, y me pregunté si O'Connor con su década “tour” muestraba en realidad quien quiso ser; su soñar hecho real, al cual apostó como cantó en ese tema, o si cayó por completo en las redes del mercado; aunque es ingenuo creer que alguien que pertenece a ésta sociedad capitalista logra evadirla, más allá de que alguna vez haya tratado de hacer lo contrario.
Por otro lado, en principio, no me pareció lógico que ese joven continuara asistiendo a recitales de O'Connor si lo desconformaban tanto y no compendía qué lo llevaba a estar ahí.
Más tarde, aproximadamente a las doce de la noche, las luces fueron apagadas y se encendieron las del escenario. Frente al mismo se ubicó la mayoría del público, entonando a coro el nombre del cantante. Entre aplausos y gritos la energía se intensificó, comenzaron a sonar algunos temas, los más aplaudidos fueron los clásicos de Hermética. Delante del escenario no faltó el pogo que logró sacudir a varios mientras que otros observamos la escena adrenalínica desde un sector más alejado y calmo.
Al faltar pocos minutos para la una de la madrugada las luces generales se encendieron nuevamente y Claudio O'Connor (voz) se despidió junto a Alejandro Cota ( guitarra) Hernán García (bajos y coros ) y Pablo Naydón (batería y coros). Uno de nuestros amigos preguntó repetidamente cuanto duró el recital y se mostró asombrado por lo veloz que sintió transcurrir ese tiempo, pero era momento de volver a casa, a las pocas horas y a pesar de ser domingo algunos debían trabajar. Nos dirigimos a la salida, algunos chicos se acercaron tímidamente y nos entregaron panfletos y copias de su demo promocionando a su banda.
Mientras esperamobamos a los que aún no habían salido algunos chicos que pasaron al lado nuestro alabando a O'Connor como a un Dios, aunque a mí me pareció demasiado exagerado, otros acordaron un lugar de encuentro para el próximo recital y los más jóvenes, algo exaltados, salieron cantando _o mejor dicho desentonando_ una canción de Hermética.
Nosotros regresamos como llegamos, entre bromas y risas. Por lo sucedido pienso que probablemente O'Connor y su rock metalero han variado mucho desde fines de los años ochenta hasta la actualidad, su voz ya no tiene los mismos tonos de antes y su imágen, puf, deja mucho que desar -O´Connor ahora se delinea oí por ahí, y... es verdad . Se puede considerar que el cambio de Claudio fue favorable o que tiró por la borda el esfuerzo de tantos años, de cualquier modo tal vez la razón por la que muchos continúan asistiendo a sus recitales sólo se debe a que él y su banda, se conviertieron en el punto de encuentro de gente a la que le agrada el mismo estilo de música, personas que buscan distraerse u olvidarse de una rutina y que se hallan cómodos junto a gente simple. En definitiva el único motivo es divertirse y quizás esto no varía demasiado con respecto a lo que buscan otros jóvenes a los que les agradan otros estilos musicales y que por lo tanto eligen otros ámbitos.
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